15 de abril de 2024

LA CORAL SANT IGNASI EN LOYOLA

El fin de semana 12-14 de abril la Coral Sant Ignasi de nuestro colegio de Sarrià formó parte del segundo encuentro de corales de colegios de jesuitas, junto a las de La Inmaculada de Alicante,  Nuestra Señora de El Recuerdo de Madrid y Nuestra Señora de Begoña en Indautxu, Bilbao.

Imatge
coral

Llegamos en autocar a Bilbao a las 9 de la noche, y salimos a cenar buenísimas tapas y unos vinos, para aclarar la voz de cara al día siguiente. La ciudad estaba engalanada con las banderas rojiblancas del Athletic, que había sacado a pasear su gabarra el día anterior para celebrar su victoria copera.

El sábado por la mañana de nuevo en autocar hacia Loyola, donde coincidimos con las otras tres corales. Asistimos todos juntos, los 192 cantores más 74 acompañantes, a la Eucaristía en la Basílica, con posterior visita guiada a la Santa Casa, donde nació y vivió San Ignacio. Allí algunos se enteraron que el santo se llamaba Iñigo López de Loyola, y al estudiar en La Sorbona le cambiaron su nombre por el de Ignacio, pues en París consideraban que Iñigo no era un nombre conocido, a pesar de que había un San Iñigo de Oña del siglo XI. Ignacio en euskera de traduce por Iñaki. Después de un pica pica ofrecido por la Asociación de AA.AA. española y bilbaína, volvimos a Bilbao para participar en el concierto en el colegio de Indautxu.

A las 19:30 h comenzó la Coral de Alicante su repertorio, en la capilla del colegio, y a continuación la de Sarrià, que interpretamos cinco temas: la sardana “L’Empordà”, la canción de cuna vasca “Aurtxo Polita” en honor a nuestros anfitriones, el “Hymn to Freedom”, “Pirineu” y “Nigra sum”, de Pau Casals, todo ello bajo la dirección de Eulàlia Benito y con Daniel Parache como organista. Al final, las cuatro corales juntas cantamos el “Gloria” de Antonio Vivaldi. A continuación el colegio y la Asociación invitaron a los 266 asistentes a una cena a base de marmitako, chorizo y morcilla en los comedores del propio colegio, donde las corales intercambiamos unos regalos como recuerdo de cada Asociación, y como no podía ser de otra manera, cantando canciones propias de cada lugar de origen, de vasco a madrileño y de alicantino a catalán.

Quedamos en que había sido una gran experiencia de canto común y, sobre todo, de conocimiento mutuo y de compartir amistad y valores ignacianos entre los antiguos alumnos y sus familiares, que todos tenemos arraigados en nuestro interior, y que estas ocasiones sirven para regar la semilla que nos pusieron cuando éramos adolescentes. Y con ganas de repetirlo en futuras ocasiones con un mayor número de corales.

José Manuel Casasnovas Roldós (P. 1970).