Desde el año 1959 la Declaración Universal de los Derechos del Niño recoge que todo niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria al menos en su etapa elemental sin ningún tipo de discriminación por motivos de género. Cómo puede ser pues que en pleno siglo XXI todavía haya países donde el trabajo infantil y la discriminación por género continúen vigentes?
Para responder esta pregunta hemos trabajado los cimientos de la Revolución Industrial que se inició en el siglo XVIII. Los adelantos tecnológicos y de los transportes, con la máquina de vapor como protagonista, aceleraron el camino hacia la Globalización y la imposición del modelo capitalista liberal occidental. Esta Globalización ha supuesto importantes adelantos tecnológicos, científicos, económicos y sociales a la vez que ha aumentado la desigualdad entre los países desarrollados que se beneficiaron con la primera Revolución Industrial y los que no la protagonizaron. En estos, las dificultades económicas propician que los derechos de los Niños puedan ser vulnerados.
Interpretar que el presente es producto del pasado es clave para comprender que el futuro dependerá de las decisiones y acciones que tomemos en el presente. Para construir un mundo mejor, más justo, menos desigual y más respetuoso hay que formarse un criterio propio sobre los problemas sociales derivados de la Globalización para desarrollar un pensamiento crítico ante los retos globales actuales.